Vuelve el espíritu adolescente

Pasaban cinco minutos de la hora prevista cuando se apagaron las luces. En ese momento y sin petición previa, la sala guardó silecio. Todas las miradas se dirigían hacia algún punto del escenario en el que, en cualquier momento, se tendría que hacer la luz. Pero nada se iluminó; antes que la luz, se hizo el sonido. Uno de los riffs más famosos de la historia rompía el silencio sepulcral en el Paramount Theatre de Seattle. Sonaron los instrumentos pero ni rastro de los protagonistas. Hasta que una voz rota irrumpió con fuerza desde el centro del escenario “Load your guns and bring your friends…”, y al segundo, los allí congregados daban por finalizado el pacto de silencio y pasaban a un estado de euforia colectiva que duraría cerca de dos horas.

Nirvana reapareció ayer en casa, tras más de quince años de silencio, y lo hizo para reivindicarse como la banda que encumbró el grunge, el movimiento con mayor calado entre los jóvenes de finales de los ochenta y principios de los noventa. Kurt Cobain, el héroe de toda una generación que vestía camisas a cuadros y mostraba su desdén por la sociedad, tomó la voz apenas unos segundos: “señoras y señores, recuerden estos nombres, quizás les suenen: Chris Novoselic, David Grohl, y quien les habla, Kurt Cobain. Somos Nirvana…”. Y acto seguido volvió la catarsis cuando tronó el estribillo de Smells like teen Spirit.

La broma del líder al presentar al grupo ponía de manifiesto las intenciones de la banda: volver a empezar. Atrás quedaron las depresiones continuas, los problemas en la banda y los intentos de suicidio su líder que llevaron a la disolución del grupo en 1993. Poco se conocía entonces del atormentado Cobain, quien antes las cámaras solía mostrar su cara más frívola. Atrás quedaron también adicciones, la tormentosa relación con Courtney Love y salir colocado ante los medios. Kurt Cobain se convirtió casi en leyenda después de su desaparición de los escenarios, poco se supo de él durante los años que sucedieron a la desaparición del grupo. Cuenta el propio Cobain que tuvo que bucear en sus propias miserias para volver a renacer, “recuperar la empatía con el mundo”, explica. El grupo apareció para rescatarle, para devolverlo al mundo y subirlo al escenario. “Ahora grunge es únicamente nuestras guitarras, nuestras letras, es lo que somos encima de un escenario”, declaraba hace unos días Dave Grohl, quien lidera también la banda Foo Fighters.

Anoche, la pequeña sala donde el grupo congregaba a sus fieles para ofrecerles su versión más auténtica, se impregnó de nuevo del sonido de Seattle. El telón se subió de nuevo para que Cris, Dave y Kurt inundaran cada rincón con su música y su voz sucia y potente, sin adornos. Nirvana en estado puro. Será imposible evitar las sospechas de las causas reales de la vuelta de la banda, por mucho que los tres se empeñen en repetir hasta la saciedad que es “simplemente porque ha llegado el momento de volver, casi de volver a empezar”. Pero lo cierto es que después de lo visto anoche, no quedarán muchos escépticos que se resistan a llenar los estadios para redescubrir a qué huele el espíritu adolescente.

Kurt Cobain, en un momento del concierto